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La Ventana

Durante la Barcelona de 1976, en plena efervescencia cultural, Juan Navarro Baldeweg tiene la suerte de presentar la exposición “Luz y Metales” en la mítica Sala Vinçon. El contenido de esta exposición fue fruto de sus trabajos e investigaciones, durante una beca en el M.I.T (centrer for advanced visual Studies) de Massachussetts entre 1971 y 1975 bajo la tutela de Gyorgy Kepes. Como el mismo Baldeweg comenta, en su conferencia “Horizonte habitable”(11 de Noviembre de 2002) durante su estancia en Massachussetts exploró “el modo de realizar obras que definen un ámbito natural habitable: una casa del hombre”.

Juan Navarro presenta una serie de piezas, que reflexionaban sobre la atmósfera. Entre las piezas podemos encontrar: «Cinco unidades de la luz», «La fuente y el drenaje», «sombra Macchia en forma de libro», «Arado», una tienda de campaña, cuyas paredes interiores están revestidas de terciopelo rojo o “Edge of the Sun”. Pero posiblemente, lo más meritorio, fue la atmósfera fenomenológica con la que dotó a la sala principal. En esta estancia con lucernario norte y dos ventanales enfrentados, a la cual se accedía mediante una ascenso en escalera; Juan Navarro colocó un columpio detenido en el punto más alto de su oscilación, y capturó los rayos de luz que entraban por los ventanales, con pinceladas azules, verdes, negras, rojas y amarillas. Esta visión del columpio, sorprendentemente estático, contrastaba con el esfuerzo del visitante al llegar a la sala por las escaleras.

El columpio se presentaba ante el espectador a la altura de sus ojos, recurriendo a la memoria colectiva, al evocar el placer de un niño. Esta congelación del movimiento, estaba potenciada mediante un artilugio hecho con un conjunto giradiscos equipado con unos platillos de orquesta, que realizaban unos sonidos con la frecuencia que debería tener el columpio en movimiento, y que marcaban el paso del tiempo.

Con este interior Baldeweg ponía de manifiesto las dimensiones esenciales del medio físico. Estos ingredientes, no eran otros que la luz, la gravedad, el horizonte y la mano. Captura la luz mediante el empleo de la mano, redibujando con trazos sueltos y de colores los rayos de luz que entran por la ventana, como si se tratase de una máscara superpuesta al ambiente real, imitándola y reflejando la realidad como un eco. Esta superposición de los efectos de la atmosfera exterior sobre la ventana, surgieron de la fascinación de Navarrro Baldeweg al volver a ver la luz mediterránea, tras de su estancia en América. El horizonte se activaba mediante el travelling que suponía la ascensión a la sala, con la primera vista del columpio y la entrada a la sala, continuando con la mirada de los ventanales a izquierda a derecha, dejándonos constancia de la presencia de una fuerza terrestre en contraste con el vaivén del columpio. Una especie de sensación de simetría antagónica. La gravedad se manifestaba mediante la presencia detenida e ingrávida del columpio.

Esta recordada exposición de Juan Navarro Baldeweg supuso un verdadero laboratorio de la percepción; consiguiendo este espacio mental suspendido en el tiempo y el instante. Fue sin duda un esfuerzo clarificador, que implicaba la activación del sujeto pasivo, para dejar constancia de ciertas cosas esenciales en el medio físico, como la gravedad, el horizonte, la luz y el espacio. Una verdadera caja de resonancia, para el disfrute perceptivo.

Texto de Iker Moya y Estíbaliz Carretero

 

 

La edición consta de 24 ejemplares numerados y 4 no numerados fuera de comercio (H. C.), todos ellos realizados en lámina de acero lacado de un milímetro de espesor.

La obra se presenta en un estuche de madera de roble americano laminado, acompañada del certificado de autenticidad númerado y firmado por el artista.

La serie ha sido producida por METRICAminima en septiembre de 2019.

 

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